Cuando se carece de interlocutores válidos para reclamar derechos, se cae en la pérdida de efectividad  y valoración plena de lo que se exige. Se genera un descrédito cuando en una sociedad comprometida con la justicia y la equidad, se tiene a voceros con intereses personales y políticos.  Cuando los canales de comunicación entre los ciudadanos y las instituciones se erosionan o se vuelven inaccesibles por tener a interlocutores no válidos, las consecuencias pueden ser devastadoras. El vacío de representación conlleva a una serie de efectos perniciosos que socavan la cohesión social, debilitan el Estado de derecho y ponen en peligro los derechos comunitarios, pues todo adquiere un tinte fuera de lo originalmente concebido. Ejemplos sobran con respecto a ello y es así que en nombre de...